sábado, 10 de noviembre de 2007

OTROS MAPAS, MAPAS DEL OTRO

En la biblioteca de la casa donde crecí, además de ejemplares del National Geographic, novelas y enciclopedias, había un enorme mapamundi que incluía las diferentes rutas de los viajes de exploración desde Colón hasta el Capitán Cook. Recuerdo que me encantaba sentarme junto al mapa y perderme entre sus meridianos y paralelos, señalar con el dedo un lugar en el mapa y volar con la imaginación hasta allí, soñando como serían sus paisajes de selvas, islas, volcanes, bosques o montañas.

Desde la más tierna infancia cultivé esta pasión por los mapas, ya fueran antiguos, modernos o postmodernos. Pero sin duda, uno de los mapas que más click hicieron en mi mente fue el mapa de Peters. Este mapa, trata de respetar la proporcionalidad las superficies de los continentes, distorsionando sus siluetas.



En la web del Mapa de Peters, es posible aprender más sobre sus orígenes y las ventajas de este sobre la tradicional proyección de Mercator, mostrando con ejemplos claros, como la comparación entre las superficies de China y Groenlandia, la necesidad de replantearse con nuevos parámetros las representaciones gráficas de nuestro mundo.

Al fin y al cabo, los mapas, ya sean mapamundis, croquis, mapas estratégicos, mapas de procesos o mapas mentales son representaciones gráficas de nuestra comprensión del mundo. Por ello, para comprenderlos, es necesario adentrarse en el contexto histórico donde fueron diseñados, y entender las lógicas subyacentes en cada trazo. Por ejemplo, la proyección de Mercator fue diseñada pensando en respetar las siluetas de los contientes, porque eran los principales puntos de referencia para los navegantes de la época. A su vez, devela un Eurocentrismo de quienes lo dibujaron, colocando a Europa como centro del mundo. En Australia, es posible encontrar mapamundis que situan a esta gran isla-continente en el centro del mapa.
El problema es que los mapas no solo son resultado de una construcción histórica, sino que además median y condicionan nuestra forma de interpretar la realidad, haciéndonos creer lo que ellos reflejan. Pensemos que durante siglos, el mapa con la proyección de Mercator ha sido publicado en millones y millones de libros de texto, por lo que millones de personas han sido educadas en una determinada manera de mirar y comprender el mundo, que situaba a Europa en el centro, en que el Hemisferio Norte parecía más extenso que el hemisferio sur, Groenlandia más grande que China, Rusia más grande que África. Pensemos por ejemplo en Chile, allí, en la esquina inferior izquierda, arrinconadito, casi olvidado, casi cayéndose del mapa, agarrado a la Cordillera de los Andes para no caer al Océano Pacífico.

Por ello, invito a los lectores a atreverse a explorar y descubrir no solo otros mundos, sino otras formas de entender el mundo, otros mapas. Recomiendo especialmente este libro, "Seeing throug Maps. Many ways to see the world" de Wood, Kaiser y Abramms.

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