lunes, 26 de marzo de 2018

Perdido en la Ausencia, Encontrado en la Presencia. (El Bosque, El Claro, El Camino)

Perdido en el bosque diverso
de los contextos adversos
Se aprieta mi guata
y me atrinchero
en mis miedos.
Desde mi ceguera,
juzgo a unos y a otros,
me disocio en un yo
que es otro, mi ego.
Mis voces no callan
mi juez interno
cierra mi mente
Las tijeras de mi cinismo,
mi indolencia,
mi falsa armonía,
mi escepticismo
cortan el cable
de mi cabeza al corazón,
corazón con coraza,
acorazado,
descorazonado.

El miedo paraliza mi voluntad,
Niega cualquier posibilidad
Perpetúa los patrones del pasado
las rutinas defensivas
de mi cerebro reptiliano,
Manipulo, abuso, mato, robo
en el juego de la vida
impongo mi voluntad,
alzo la voz del más fuerte,
sin darme cuenta,
o tal vez para no aburrirme,
contribuyo a codestruir el futuro,
provocando resultados
que nadie desea,
frutos de la estupidez colectiva,
de mi inconsciencia individual
de mi pertenencia a un sistema mayor,
más grande aún que
la cancha chica de mi pequeño yo,
atrapado en el ciclo de la ausencia,
desconectado de mi,
separado de ti,
fragmentado del todo,
atrapado en las brechas
de mi mezquino abismo.

Pero de pronto,
una mañana
en un instante,
me invitan a respirar, a jadear,
a abrir cada uno de mis chakras
en un gran orgasmo colectivo,
y me encuentro en mi cuerpo,
viviendo, gruñendo, gimiendo,
sintiendo ese poder creador y destructor.

Respiro,
Cierro los ojos,
Vuelvo al día de mi nacimiento,
salgo del útero, llorando, indefenso,
y soy acogido por mi primera familia anfitriona,
soy cuidado y me dejo cuidar por años
Aparecen a mi espalda
mi padre y su corbata,
mi madre y sus croquetas,
mi abuelo y su pincel,
mi abuela y su rosario,
generaciones infinitas hacia atrás,
hasta el origen de los tiempos,
y siento el amor incondicional,
la sabiduría y los talentos
de cada uno
de mis ancestros,
en cada molécula de ADN,
masculino y femenino,
en cada núcleo,
en cada célula de mi cuerpo.
en cada rincón de mi alma.

Me invitan a un café,
a moverme de mesa en mesa
dibujando y polinizando
explorando preguntas poderosas
¿Qué es para mí conectar con la fuente?
Contar historias de claridad
compartir y cosechar prácticas
que me permiten estar presente.

Tingggg la Campanita,
Donggg el Cuenco
Después salgo a caminar
a la naturaleza, primigenia anfitriona.
Silencio, anfitrión de mi palabra
Silencio, anfitrión de mi alma
El bosque ya no importa
cuando encuentro
mi propio claro.
...
Vuelvo,
y tendido en el suelo,
vuelco en arte,
los colores
del misterio
de lo inefable.

Un trio intimo
me escucha y me sostiene,
me conmueve y me conmueve.

Me invitan a jugar
a despertar el niño olvidado,
estar presente en el juego
de los malabares humanos
Pelotas al aire,
como en el circo
más difícil todavía,
complejidad dinámica
diversidad emergente
foco en dar y recibir,
soltar y dejar venir,
contacto visual
para que todo fluya
caordicamente.

Abren el Espacio,
la agenda se llena
mágicamente,
nos llama al cuidado
de todo aquello que nos importa
en mi, en otros, en el mundo.

Noche de celebración,
vinos, dulces,
música, baile,
alquimia de cuerpo y sudor.
y otros siguen trabajando
y conversando.

Tercer día,
en camino hacia el mundo,
movéte loco,
y el camino se abrirá,
camino con corazón,
desde el claro interno,
ya no asusta ni bosque,
ni desierto ni montaña,
Tras el café caórdico,
el coraje de la acción sabia
y transformadora,
de la comunidad generosa
que aprende
de la abundante cosecha.

El arte de ser anfitrión
es el arte de ser humano
profunda y radicalmente humano
Conversar, escuchar,
preguntar, caminar
jugar, danzar, cuidar,
invitar, acoger, amar...
esas cosas que por milenios
hicimos los humanos,
que más que aprender
debemos recordar
para encarnar desde hoy
el futuro que soñamos.

martes, 20 de marzo de 2018

Orixas


Una noche al final del verano,
en el centro de la ciudad,
 una fiesta de cumpleaños
se disponen a celebrar.

Vienen de Bucaramanga, Cali,
Quito, Monterrey, Macul,
Calama, El Monte y Bilbao...
Llegan de distintos rincones
con sus acentos, sabores,
latitudes y colores,
y se reúnen en el mismo Club
donde antiguamente brilló
el legendario Habana Vieja
en Tarapacá con Santa Rosa.

Riéguese con cerveza abundante,
pisco sour, piña colada,
 una pizca de limón y sal,
 acompáñese con quesadillas
y una tabla de quesos y aceitunas.

Retazos de una historia,
a la mitad de la vida vivida,
aprendices y maestros,
socias y amigas,
compañeros de mil batallas,
danzantes de dragones,
hadas, magas, brujas,
soñadores de un mundo naciente,
amantes platónicos y carnales,
 hasta un alcalde comunista
y el infaltable viejo curahuilla...

Pasado, presente,futuro y fantasía,
comen, beben, bailan y celebran
al son del mismo son.
Cuarenta no se cumplen cada día,
aunque ojalá así fuera cada noche!

Salsa, bachata, merenge,
cumbia y reggeaton...
en el baile los humanos
 disuelven sus culpas,
coagulan sus placeres
en una alquimia de
cuerpos, ritmo y sudor,
volviéndose dioses,
humanos deificados
 como Orixas liberados.