domingo, 20 de mayo de 2018

Femininjas Uno, Patriarcado Cero

Mayo del 2018. Siglo Veintiuno.
Justo se cumplían cincuenta años de Mayo del 68. 
A pocos días de Pentecostés.


En la Ciudad del Vaticano, treinta y cuatro obispos de Chile 
–entre ellos un cardenal con su solideo de color escarlata- 
se reúnieron en un círculo convocados por el Papa 
para reconocer su responsabilidad compartida 
El Papa había pedido pastores con olor a oveja, 
pero al destapar la olla se encontró con olor a podrido.



Mientras tanto, en las calles de Santiago, 
miles de mujeres marchaban. 
Niñas, jóvenes, madres y abuelas. 
Todas hermanas. #Sororité lo llamaban.
Las hijas de Eva dicen ser las nietas de las brujas
que la Inquisión no pudo quemar.


Unidas por el dolor y la rabia 
contra la violencia machista, 
por una educación no sexista.
Las de la tercera ola
tomaron las universidades y los liceos. 
Fin a la Cultura de Violación. 
No es No. 
Hartas del “Calladita te ves más bonita”.


En la Casa Central de la Pontificia
Universidad Católica,
objetora de conciencia,
decenas de mujeres,
encapuchadas en pasamontañas carmesí,
expresión de una nueva conciencia,
como lenguas de fuego,
con sus pechos desnudos
rodean la estatua de otro Papa,
como Edith huyendo de Sodoma, petrificado.
Santificado para unos,
encubridor de encubridores,
para otros.

Cuentan que la primera ficha en caer en este dominó
 –tan solo dos meses atrás-  fue la vesícula de Scicluna.  
La glándula biliar del Arzobispo de Malta, 
enviado por el Papa Francisco a Chile, 
no pudo digerir tan dolorosa verdad.

El crudo testimonio de las víctimas 
denunciando décadas de encubrimiento
de abusos sexuales a menores, 
hizo tambalear los cimientos de una jerarquía 
podrida por el pecado, la culpa,
la arrogancia y la ignominia.


Cuando se dan estas sincronías, 
pareciera que a veces
el destino cultiva cierta ironía.  
Otras veces, es el soplo del Espíritu Santo, 
quien incide en forma invisible 
en cómo se entrelazan las historias de los humanos.  
Para los cristianos, el Espíritu Santo es el Paráclito, el gran Consolador.  
Para algunas, para clítoris, mejor un gran consolador.



A la noche siguiente, 
se sintió un temblor de 4,7 grados
en la escala de Richter en la zona central de Chile. 
La Madre Tierra, la Casa Común,
la Creación, la Pachamama, 
las placas tectónicas se remecían y
el movimiento telúrico despertaba al país 
con un remezón en el medio de la noche.


En el medio de la noche, 
una larga y oscura noche,
se encuentra la cúpula eclesial,
medieval y degenerada.
En una sociedad fragmentada,
un país completo,
géneros enteros que despiertan
congéneres generando una nueva generación re-generativa.

Penes falocéntricos que, de pronto, se develan feministas. 
Unos renuncian al poder tras milenios de cultura del abuso. 
Otras denuncian el poder tras ser abusadas y oprimidas por milenios. 
Unos ponen a disposición sus cargos. 
Otras ya no están dispuestas a aceptar
 las cargas históricas de su género. 



Un círculo observado por un mundo vigilante. 
Pezones circulares convertidos en ojos que vigilan
 y denuncian cada humillación –grande o pequeña-, 
cada micromachismo, cada acoso, cada abuso, 
cada discriminación, cada violación, 
cualquier forma de violencia.


Caperucita ya nunca más será víctima de acoso por el lobo feroz. 
Si la fuerza del lobo es la manada, Nosotras seremos La Manada. 
Caperucita transformó su capucha en un pasamontañas carmesí. 
Revolucionaria, combativa y poética, y con tetas. 
Grandes, pequeñas, caídas, turgentes o con estrías. 
Qué más da!

#Vivasnosqueremos.
 #Niunamenos. 
#Yotambién. 
#Sinetiquetas
#Sinfiltro


Rojo cardenal, Rojo carmesí, 
Rojo menstrual, Rojo carmín.
Púrpura, Escarlata, 
Cardenales en la piel,
Sangre en las manos,
Sangre de Cristo derramada,
Salvadores de almas desalmados,
Santos sin aureola,
rodeados de pechos con areola.
Para unos vienen las feminazis, 
para otras comienza el matriarcado. 
Lo que está claro es que,
al menos en en esta batalla,
las femininjas derrotaron al patriarcado
Femininjas Uno, Patriarcado Cero.
Amen. Amén.

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