La profesora de literatura:
-"El hablante lírico nunca es el autor"
El autor:
-"El hablante lírico soy yo"
El hablante lírico:
-"¿Quién será esta persona que escribe por mí?"
"Fui a los bosques porque quería vivir a conciencia y sacarle todo el meollo a la vida, para no llegar a la muerte y descubrir que no había vivido." (H.D. Thoureau)
La profesora de literatura:
-"El hablante lírico nunca es el autor"
El autor:
-"El hablante lírico soy yo"
El hablante lírico:
-"¿Quién será esta persona que escribe por mí?"
A raíz de algo que sucedió durante el entierro de una tía de mi esposa, me decidí a escribir este post.
Resultó que en el momento de mayor solemnidad de la ceremonia, justo cuando el féretro iba descendiendo lentamente hacia su sepultura, comenzaron a sonar los acordes de la canción "Flaca" de Andrés Calamaro.
La incomodidad reinó entre muchos de los asistentes.
En efecto, generaba cierta disonancia cognitiva entre quienes la habían conocido en vida. Los más bien pensados, prefirieron suponer que tal vez era una canción significativa para la pareja, y que tal vez había sido su última voluntad, o un deseo del ahora devastado viudo.
Durante el regreso a casa en el auto, pensando en cómo evitar que algo así sucediera en nuestros respectivas despedidas, nos vinimos conversando sobre qué canciones elegiríamos para nuestros rituales. Le sugerí hasta que preparara un cronograma para que pudiera controlar en detalle hasta el último minuto de la ceremonia.
Si bien ambos preferimos que nos incineren, ella tenía clara su canción: "Mariposas" de Silvio Rodríguez
Yo me he demorado unas dos semanas más y como no podía elegir solo una canción, he comenzado a recopilar esta playlist de canciones significativas que representan hilos, tonos y sentidos sutiles que quisiera fueran escuchados en ese momento postrero.
Y aunque no la encontré en Spotify, sumaría la canción de "Ama y Ensancha el Alma" en la versión cantada por el Coro CEIP La Latina
Allá cuando tenía catorce años, cuando mi alma aprendía a balbucear las primeras sílabas del amar, cayeron en mis manos estos versos, probablemente en la carta de una amada, copiadas de "Viento", un libro de un poeta callejero. Estas palabras quedaron grabadas en la memoria de mis células y despiertan gozosas cada vez que despierto a la intemperie:
vuelve sólo por esta noche
sobre la niebla londinense
al País de Nunca Jamás.
Siéntame en tu regazo
para zurcir de nuevo
a mis pies de duende
esta sombra traviesa
de caballo desbocado,
este impulso vital,
esta fuerza divina,
esta pulsión irrefrenable,
este torrente sin cauce.
Ayúdame a encontrarte,
liviana y maternal
tejedora de sombras.
Pide a Ariadna su hilo
para salir de este laberinto,
antes de que el Minotauro
me encuentre de repente,
antes de que mi sombra
ay, bala perdida,
se pierda para siempre.
¡Rápido, Wendy! ¡Es urgente!
El Sol está quemando fuerte
y derrite ya la cera de mis alas.
Vuelo demasiado alto, demasiado lejos
sin el lastre de mi sombra,
¿qué diré a Dédalo cuando caiga?
¿qué pasará si Garfio me atrapa?
Ayer y hoy, tantos años
las estrellas brillando
en la noche fría
la vida misma naciendo
nuevamente a la intemperie.
Refugiados atravesando desiertos,
huyendo de imperios opresores,
posadas llenas, puertas cerradas,
indiferencia masiva en el reino de Herodes
inocentes mestizos y mulatos
mueren ante las manos limpias de Pilatos.
Chivos expiatorios,
fariseos de ayer y hoy,
mujeres sentenciadas
piedra en mano,
templos del consumo
tomados por mercaderes,
becerros de oro,
ídolos de barro,
gobernantes lavándose las manos,
ignorando las profecías
esperando a nuevos mesías.
Sopla, oh, Espíritu Santo,
infunde sabiduría
sobre esta especie perdida
en el camino
tan distraída
de su destino
en una voraz huida
hacia ningún sitio.
En este tiempo de desolación
busco consuelo en Tí.
¿Cuándo llegará la Consolación?
¿Qué banderas blandiré?
¿Desde dónde hago lo que hago?
¿Desde dónde digo lo que digo?
¿Desde dónde vivo?
¿Hasta cuándo muero?
¿Dónde nace este entusiasmo que me habita?
¿Dónde yace este Dios vivo
que siento tanto afuera como
adentro?
¿Dónde anclaré la esperanza?
¿En qué fundaré esta vida que no
es mía?
¿Es la quietud el fruto de la paz
o es solo su inicio?
¿Es la inquietud fuente de vida
o solo expresión de ella?
¿No es la Sagrada Familia
un espejo terrenal
de la Trinidad celestial?
¿Al servicio de qué pongo mi vida
que no es mía sino nuestra?
¿Por qué el río tiempla de miedo al morir
cuando se hace uno con el Océano?
¿Cómo acceder al
inabarcable centro
aquí adentro
tan fuera del mundo
en lo más profundo
de mi pecho?
¿En qué rincón
de mi alma
se esconden
las vergüenzas
de mi cuerpo?
¿No es acaso
la Esperanza
la Vida misma
defendiéndose
frente a su ocaso?
Una parte de mí desea,
mi Circe querida,
la de las lindas trenzas,
perderse en la isla de Eea:
beber de tu copa,
tragarme el banquete
preparado con tanto cariño;
dejarme transformar en cerdo
o en cualquier otra bestia,
y dejar salir mi ser animal,
precisamente aquel más sucio y salvaje;
desoír el sabio consejo de Hermes,
derramar su pócima de moly,
dejarme caer inocente
ante el hechizo de tu canto envolvente,
perderme en tu laberinto de canela,
y quedarme un tiempo varado en tu playa,
olvidando un poco cada día
aquello que fui y aquello que amé.
Una parte de mí desea
renunciar al trono de Ítaca,
fugarse por un instante de esta jaula dorada,
perderme en cada uno de tus misterios,
viajar contigo a cada mágico rincón isleño,
aprender las artes circenses
transgrediendo
límites propios y ajenos
volverme y volvernos uno
con la pulsión vital de Eros.
Una parte de mí desea disociarse
y olvidar a todas las demás
pero especialmente a Wendy,
a Penélope, a Medusa,
y a la Bella durmiente,
para hacerse una contigo,
soltar riendas y estribos,
y yacer al fin en tu lecho ardiente.
Una parte de mí desea
tomar tu mano en silencio
e invitarte sin palabras a jugar libre
ese juego sin ego, sagrado y secreto
del eterno presente
sin pasado ni futuro
sin culpa, sin miedo y sin vergüenza,
sin expectativas ni explicaciones,
sin conciencia ni consecuencias.
Una parte de mí
desea llorar en tu hombro
las heridas calladas de Troya,
hundirme en cada hendidura de tu cuerpo,
fundirme y atravesar cada poro de tu piel,
abandonarme en tus brazos,
sentirme envuelto para siempre
por el candor de tu abrazo,
sintiendo el pulso en tu pecho turgente
y diluirme en el magma de tu vientre.
Una parte de mí
tiembla de susto
aterrada ante el abismo
del miedo a perderlo todo,
ese vértigo sentido
ante el vacío sinsentido
reflejado ante el espejo
que proyecta mi propio deseo.
Una parte de mí
desea morir en tí
enterrado en el frenesí
de jadeos, gemidos,
gruñidos, mordiscos,
y suspiros sin censura.
Una parte de mi desea
pedirle consejo a tu oráculo.
Una parte de mi
no desea jamás escuchártelo.
Un parte de mí desea
detener el tiempo
disolver los minutos
derretir los relojes
quemar cada hoja del calendario
Y aunque sea por un momento,
despojarse de máscaras
de yelmos y armaduras,
desnudarse de cáscaras
y gritar esta loca cordura al viento.
Una parte de mí
siente una reprimida tensión contenida
a punto de hacer explosión
esperando que algún día
seas tú la chispa que prenda la mecha
que desencadene la fantasía.
Una parte de mí desea llegar a acuerdos sanos.
Otra parte de mí, se resistirá siempre a cumplirlos.
Una parte de mí desea cuidarte.
Otra, devorarte y también ser devorado.
Todas estas partes son parte de mí,
y no soy ninguna de ellas, sino todas,
las que escucho y las que acallo.
¿Será posible un día en el infinito
llegar lo suficientemente lejos
para atravesar las fronteras del deber
y dejarnos atravesar
entregados al deseo y
al placer?
Y tal vez lo más inquietante,
¿Será evitable este destino
cuando llegue su momento?
¿Tendrá vuelta atrás ese camino?
Queridas Aves del Bosque,
hoy les pedimos permiso
para entrar en su hogar.
Con sigilo y en silencio
entre coihues y digüeñes
honraremos su lugar.
Con ilustradas guías
aprendimos a diferenciar
el tricahue y la cachaña
el rayadito y el chercán.
No te escondas, carpintero,
que ya vimos al comesebo
al fio-fío y la diuca
y no les hicimos ná.
Sentí un zumbido al despertar,
de los dioses mensajero,
abrí los ojos y al mirar
entre la tierra y el cielo
las alas del colibrí vibrar
en la libertad del vuelo,
sentí mi corazón palpitar
ante el futuro venidero.
Aquella visita fugaz
fue un placer verdadero
que de la pena hizo brotar
un cariño duradero.
Nada como delfín bajo el agua,
nadie como ella sobre la tierra,
ni en Punta de Choros ni en Cachagua
ni bajo el mar ni sobre la sierra.
Su mirada profunda y turquesa
siempre sensible a toda belleza,
de enorme intuición y gran simpleza,
la más valiente ante la tristeza,
deja una blanca y alegre estela
en el Achibueno sin represas.
Celebra con Shanti y con Emilia
que esta noche todos somos familia.
Guardiana del Ciprés cordillerano,
no se queda solo en la corteza
pues llega hasta el fondo de lo humano.
Del equipo de Fundación Hualo,
Mila destaca por su sapiencia.
Su alma vibra y su corazón brilla
cuando explica todo lo que sabe
de la historia a la forma U del Valle.
Mila es mucho más que geografía.
Ante la adversidad no se apoca,
observa audaz, tenaz y aguerrida,
como el viejo ciprés de la roca,
Camila se aferra a la vida.
Caminante del cielo maulino,
emprendedor por naturaleza,
de Linares es el medio mino,
su corazón es pura grandeza,
sensible guardián de la belleza.
Si te lo encuentras en el camino,
no le preguntes por su destino
pues la humildad es su gran riqueza.
Sírvele una copita de vino,
o mucho mejor una cerveza,
y que te cuente su gran proeza.
Son las sombras proyectadas
del inconsciente colectivo
sobre la pantalla
de aquello tan esquivo
que provoca tu presencia.
Es el patrón recurrente
del chivo expiatorio
que ya vivieron
la Magdalena, Judas
y el mismo Cristo
hasta el presente.
Es la inconsciencia
de la gente
frente a la auténtica presencia
del cuerpo que habitas
que a a su paso,
siembra vientos,
despierta huracanes,
cosecha tempestades,
refleja penumbras,
aviva fuegos
que al mismo tiempo
me queman y me alumbran,
me muestra vacíos
que me completan,
me lleva a navíos
que me naufragan
en un oleaje de espuma
que me despierta
en la confusa resaca
de una isla desierta.
No es por ti,
sino por lo que representas
en lo profundo
de lo interior
de mi mundo,
poblado de símbolos
plagado de sombras,
en las que naufragué mil veces
en las que mil veces fui
náufrago y naufragio,
pirata y filibustero,
caballero y bandido
galán y embustero,
amante y marido.
No es por ti
sino por este profundoscuro
deseo que me habita,
que en tus aguas
me he hundido,
y me he ahogado
y también sanado,
porque en ti fui
funeral y bautismo,
muerto y renacido,
en ese bendito abismo
de la comunión corporal
más allá del placer y la culpa,
en ese paraíso ardiente
donde ya no quedan
miedos ni vergüenzas.
sino solo un solo cuerpo,
inerte pero latente.
En el mar de tus heridas,
navego.
En el anhelo de ser vista,
te veo.
En el dolor del abandono,
te acojo.
En el miedo al rechazo,
te acepto.
En la ansiedad del no saber,
te escucho.
En la angustia de no ser suficiente
te devoro...
y quedo más que satisfecho.
No eres tú ni soy yo.
Somos tú y yo
atravesados por
la fuerza mayor del deseo.
Siguiendo la tradición
de juglares y rapsodas,
desde Homero hasta Teresa,
desde Rumi hasta Rilke,
desde Toke a Tenneson,
desde Silvio hasta Gabriela,
quise escribir una canción
pero me salió este poema.
En un bar de la ciudad,
llamado Apartamento,
después de tanto tiempo,
-ya perdí la cuenta de los años
tantos golpes, tantos daños...-
retomamos la vida,
volvimos a abrazarnos,
a sanar nuestras heridas,
y volvieron a correr
lágrimas en mi mejilla.
Volvimos a perdernos
en el calor de los abrazos:
piel, hombros, brazos,
pechos, latidos,
y en un solo pulso,
tantos cuerpos en uno solo,
micelarnos de los pies y de las manos
en un gran micelio humano.
Que corra el vino
que fluyan las risas,
que las historias que contamos
entramen nuestras vidas.
La primera pregunta
nos abrió el corazón
al instante.
Sentí la voz atrapada en el pecho
la emoción desbordante
el aliento quebradizo
la palabra cargada
la lágrima y su hechizo
en la soledad de mi lecho.
Sentimos el crujido,
en un experimento
sin consentimiento
de diverger sin sentido
sin diseño ni intención
tras el ritual de disolución
del equipo anfitrión.
Por la mañana del día siguiente
Encarnamos el linaje en una espiral
honrando pasado y futuro
Invocando los nombres
de nuestros abuelos,
de los ausentes,
y de quienes quedaron presentes
en nuestros corazones y mentes
para siempre.
Varios se lanzaron a tomar un papel
creyendo que la decisión
se había tomado
y que el espacio abierto
se había iniciado
pero algo gatilló en mi
saltar como el jaguar
y entonces gritar: objeto!
Me vi reflejado en él.
Había estado en ese lugar
de querer terminar,
converger y acabar
antes de tiempo.
Pero recordé el dolor
que en otres provocó
una buena pero apurada intención.
Y ahora me duele la mano de tanto votar
;-)
Sistemas nerviosos,
Facilitación convergente,
Cómo sentir la madurez de mi ego,
Recordar junto al fuego
el poder del juego.
Jugar el flow game
fluyendo en el juego del fluir,
sintiendo la sabiduría emergente
de cada pregunta candente
Navegar junto al río
en un movimiento pendular
en los altos y bajos
del cinismo y el inspirar.
Peceras del Eros
del Amor y el Deseo
¿Que elegimos hacer
con aquello que nos pasa?
Anfitriona activista,
dispuesta a dar la vida
por defender las fuentes
del agua que da vida,
Te doy la llave de mi casa
rezando para que nunca
jamas tengas que usarla.
Abrazar, en la oscuridad de la noche,
al marciano para quitarle la linterna
y liberar a sus rehenes y ayudantes.
sintiendo la dopamina a troche y moche.
Reír, jugar y bailar
sin poder parar,
celebrando como
alquimistas y chamanes
hasta que todo se disuelva
antes de coagular
en la fiesta ritual.
Cabezas que rebotan sobre vientres
risas de un imparable torrente
de gozo infinito que brota de la vertiente
del laberinto de los cuerpos rientes.
En este pueblo
todos podemos ser
lobos, amantes,
niñas y videntes,
asesinos en serie,
víctimas, victimarios
jueces y acusados
sin abogados.
Juguemos pues
a reticular universos
No importa que
tan grande o chiquito seas!
Dejemos volar o reptar
a la iguana Juana
pero sobre todo
acariciar en ella
nuestra mente reptiliana.
Caminar bajo el sol
conversando hacia los bosques de agua
¿Que es lo que en mí
se está regenerando?
la capacidad de amar
la confianza en la vida
y la humanidad.
Esta es la semilla,
Aquí empieza todo.
Observar lo que sucede
debajo del bosque
de tabaquillo o polilepys.
Esa visión es a la que queremos volver
Una actividad muy reparadora
para quien la ejerce
Mañana y tarde repicando
después de que brote
aquello que sembramos.
Aprendí un montón
embarrandome las manos.
Bosques que la neblina rastrillarán
Nubes de la sierra que vienen y van.
¿Cuál será ese sustrato esponjoso
que preserve la frescura
de nuestra amistad
donde pueda proliferar
toda forma de vida?
¿A qué o quién devolveremos
la piel de la montaña desnuda?
¿Como cuidaremos
este bosque humano
donde sucede la magia
cuando aparece la sombra?
¿Qué necesitamos recordar
para volver a ser un eslabón más
en esta cadena natural?
¿Qué rol somos llamados
a ocupar en el cuidado de la vida?
¿Que aprendizaje nos traerá
el cuerpo colectivo
y el cuerpo individual?
¿Qué está muriendo?
¿Qué está queriendo nacer?
¿Cuál será el siguiente nivel
de nuestra práctica?
¿Hacia dónde evoluciona
esta comunidad de práctica?
¿Qué conservaremos?
¿Qué será diferente?
¿Qué es lo que surge
cuando nos atrevemos
a sostener el misterio
que nos sostiene,
habitando en silencio
el borde del no saber?
Palomitas y gruyas
alebrijes de papel
nos convocan en dos años
a encontrarnos en tropel
Asunción... Oaxaca
¿quién sabe en la Tierra?
Al Norte de esta sierra
todo puede suceder.
El pueblo ya no es El Pueblo.
La revuelta de octubre
ya no fue revolución.
El pueblo ha hablado,
ha votado obligado,
y ha rechazado
la nueva constitución.
Para unos un alivio,
para otros,
una gran decepción.
Así es la democracia.
Así es la historia pendular
la que escriben los pueblos,
con un poder secular.
El alma del pueblo herido
por el trauma colectivo
confiar ha preferido
en el libre mercado
y no en un débil Estado
que lo tiene abandonado.
La tierra yerma
los ríos secos,
las paltas frescas,
las niñas tristes,
los bolsillos llenos.
En las cárceles los presos
rechazan sus nuevos derechos.
En el campo prefieren
el asado y el rodeo,
a la plurinacionalidad,
a la sintiencia y el roteo.
Mis ahorros,
mi casa propia,
mi futuro enrejado
en mi metro cuadrado,
por temor al otro diferente
al inmigrante, al delincuente,
al indígena y al indigente.
Temían perder su vivienda,
sus fondos heredables
su himno, su bandera,
la unidad nacional.
Temores alimentados
por la sutil maquinaria
del poder del capital.
La utopía, al alcance de los
dedos,
se evapora entre encuestas de
opinión.
La casa de todos tenía y tendrá dueños.
El miedo, la mentira, el engaño,
la concentración de medios,
el algoritmo, la arrogancia,
el revanchismo, la política identitaria,
le ganaron esta vez
a la esperanza y a los sueños.
¿Acaso fue todo una efímera ilusión?
¿o tal vez la derrota necesaria
de toda una generación?
Las mayorías silenciosas
por tanto tiempo calladas
por temor a ser rechazadas
sacaron a una la voz
y al unísono gritaron calladas
la palabra que las unió.
Así quedó deprimida
la élite progresista
ecologista y animalista,
con la esperanza ahogada
hundida en el charco
dejado por la burbuja
cognitiva en que se hallaba,
que estalló, definitivamente,
pero esta vez sin violencia
ni barricadas.
Los brotes no eran brotes.
Las flores quedaron marchitas
por una helada anunciada.
Los perros negros
con sus pañuelos rojos
se lamen ahora sus heridas
La derecha gana en Suecia
El neofascismo en Italia.
Además de la guerra en Ucrania.
Ahora que comienza un largo invierno,
algunos se preguntan
¿Cuándo llegará ahora la
primavera?
Tantos ojos mutilados,
tantas vidas perdidas,
tanta sangre derramada,
tantas banderas al viento...
¿al final de qué sirvieron?
¿Quiénes se apropiarán ahora del
Sentido común?
¿Quién gana cuando se gana?
¿Qué se pierde cuando se pierde?
¿Qué se rechaza cuando se
rechaza?
¿En qué fundar ahora la
esperanza?
¿Dónde quedó la profecía de las anchas alamedas?
¿Quién podrá ahora decir que tiene fe en Chile y su destino?
Una nueva fractura en esta angosta franja de tierra
rechazistas, apruebistas,
los del sesentaydos y los del treintayocho
todos toman asiento
para vivir este momento.
Dicen que donde hubo fuego,
grises cenizas quedan,
pero bajo estas canas
no es ceniza lo que queda,
sino unas ardientes brasas.
¿Quién podría imaginar
que a los cuarenta años de edad
vendría un viento a soplar
lo que queda de mis ascuas?
¿Quién podría imaginar
la pulsión vital del Eros
volviendo a despertar
reavivando este deseo?
¿Cómo no caer rendido
al gozo de cada caricia
en un abrazo sentido
susurrándome al oído?
¿Cómo puede ser pecado
amar, sentir, gozar, fluir,
sentirse vivo y amado
en esto que es el vivir
con un corazón alado?
(Ceumar)
O que esse silêncio tem a dizer
O que esse silêncio tem a dizer
Fico sozinho, fico calado
Pra perceber
Fico sozinho, fico calado
Pra perceber
O que esse silêncio tem a dizer
O que esse silêncio tem a dizer
Fico sozinho, fico calado
Pra perceber
Fico sozinho, fico calado
Pra perceber
A voz pura do silêncio quis dizer
Sem dor nem dó
Que as cores da beleza sabem ver
Quem está só
Sempre só e não sozinho
Muita gente no caminho
Com calor e com carinho
Com calor e com carinho
Silencie a dor e faz dela uma sinfonia calada
A voz do silêncio revela tua alma curada
Silencie a dor e faz dela uma sinfonia calada
A voz do silêncio revela tua alma curada
A voz pura do silêncio quis dizer
Sem dor nem dó
Que as cores da beleza sabem ver
Quem está só
Sempre só e não sozinho
Muita gente no caminho
Com calor e com carinho
Com calor e com carinho
Silencie a dor e faz dela uma sinfonia calada
A voz do silêncio revela tua alma curada
Silencie a dor e faz dela uma sinfonia calada
A voz do silêncio revela tua alma curada
cuando hacemos silencio?
¿Silenciamos la brisa?
¿Silenciamos el viento?
¿Silenciamos el bosque?
sus hojas, el río, las aves?
¿Silenciamos el mar,
las olas, las naves?
¿Silenciamos acaso
la música o el canto,
la voz y sus palabras,
la risa o el llanto?
¿Qué silenciamos
cuando hacemos silencio?
¿Es el sonido de fuera
o es el ruido de adentro?
¿Acallamos la mente
de cualquier pensamiento?
¿A quien escuchamos
cuando hacemos silencio?
¿Es el alma, es el ego?
¡Misteriosas voces
en nuestro cerebro!
¿O es la voz de nuestro
más profundo deseo?
¿Es el alma dormida
qué despierta aturdida?
¿Es el dolor callado
que duerme a tu lado?
¿Es acaso el latido
de tu corazón herido?
¿Es la Tierra que clama
por su paraíso en llamas?
¿O es la voz de Dios vivo
en nuestro profundo desierto?
Solo la poesía escrita a corazón abierto
es capaz de abrir el corazón de quien la lee.
Solo quien lee poesía a corazón abierto
puede ser sanada por el dolor
de quien aquellos versos escribió.
Caminar por las calles
del centro de Santiago
es recorrer las heridas
abiertas de un pueblo
que no era el mío,
pero al que ya,
después de tanto tiempo,
pertenezco.
La antigua Plaza Italia,
antiguo corazón de la ciudad,
hoy sigue latiendo,
con un nuevo nombre:
Plaza de la Dignidad.
Con o sin nombres,
sigue siendo epicentro de temblores.
Cubrirán sus grietas,
pero quedarán las cicatrices
del abuso en la memoria
y en el recuerdo de los
cientos de ojos mutilados.
Leer su paredes
es escuchar su alma herida
que sangra en símbolos
que grita en imágenes
de colores vivos del arte,
lenguaje revolucionario
del alma al alma.
Edipo Rey se arrancó los ojos
con los broches del vestido
de su madre-esposa Yocasta,
al descubrir la verdad y verla muerta.
Las fuerzas del Estado, también Pueblo,
le arrancaron los
ojos al Pueblo
que despertó del mal sueño
del neoliberalismo,
que abrió los ojos,
que tomó conciencia,
ante su matria
abusada, y explotada
por un Estado violador y extractivista.
Pisar las calles nuevamente,
ensimismarse
para volver a sí mismo.
Perderse en el mundo
para encontrarse.
Entregarse por completo
a las fauces del abismo
para sentirse completo
uno mismo.
por nexos invisibles
en un gran entramado
hermoso e indivisible.
Por siglos nos creímos
del todo separados
y hoy que nos unimos
ya hemos despertado.
En la calle descubrimos:
¡somos pueblo soberano!
El poder establecido
quiere doblarnos la mano.
En el fulgor de la calle
en este pueblo insurgente,
ya no hay miedo que nos calle
algo surge entre la gente.
Escucha ese latido:
es el futuro latente
que murmura en tu oído,
es el porvenir silente.
Es el futuro que susurra
en el momento existente
entre uno y otro segundo
para habitar el presente.
Es el latido del mundo herido
pero preñado de otro mundo
que viene y no se detiene
que viene del futuro
pero ya está en este.
En una profunda selva
allá en la Mata Atlántica
junto a la triple frontera
se esconde una joya fantástica.
De lo alto de una selva frondosa
verde, vital, húmeda y abundante
desde lejos se escucha estruendosa
el agua que cae y fluye exultante.
Persiste en su rugido asombrosa,
metáfora de un flujo constante,
turbulenta, espléndida y caudalosa
lección de humildad al arrogante.
La luna llena misteriosa
luce sobre el ancho cauce,
reverbera grande y luminosa
donde llega a beber el sauce.
Zumban las alas del colibrí,
acecha dormido el yacaré,
olisquea su comida el coatí,
en silencio te mira el yaguareté
se esconde en la selva el pecarí,
guardianes de esta tierra guaraní.
Orquídeas, bromelias, heliconias,
murciélagos, abejas, mariposas,
y todas las aves polinizadoras,
nada son las unas sin las otras.
Exuberante funga, fauna y flora,
bramido sordo que ensordece,
sabiduría ancestral que rejuvenece,
líquido elemento que se evapora.
Paisaje movido que conmueve
donde llueve y llueve a cada hora.
En la Cuenca del
Paraná,
fluye la vida en su caudal.
Iguazú maravilla
natural,
sublime milagro universal.
Fui a un colegio de agustinos, estudié en una universidad jesuita, viví mi proceso de maduración en la fe en una parroquia dinamizada por claretianos y me formé como educador en una escuela de escolapios. Muchos de los agustinos de mi colegio habían regresado de ser misioneros en Colombia y en la selva en Iquitos, Perú. Recuerdo con cariño y admiración sus testimonios personales de haber vivido en la selva, de haber sobrevivido a sanguijuelas, guerrillas y terremotos. Varios curas de mi parroquia habían estado de misioneros en Ecuador en los setenta, ligados al movimiento de Comunidades Eclesiales de Base, y replicaban los mismos métodos de catequesis y reflexión a la luz del Evangelio (Revisión de Vida: Ver, Juzgar, Actuar) con nosotros durante el proceso de preparación para la confirmación que duraba cuatro años. A los campamentos de verano, venía a celebrar la eucaristía el Padre Basilio, mi profesor de matemáticas, que se ponía una estola andina, posiblemente de su estadía en Colombia.
A la edad de 14 años, a inicios de los noventa en España, hubo un movimiento impulsado por las ONGDs para exigir al gobierno central un 0,7% de su PIB a Cooperación al Desarrollo. Acampadas en las plazas de las ciudades, marchas multitudinarias, grupos autoorganizados en colegios, parroquias y universidades. Fuimos la generación del CeroSiete. No logramos el compromiso político de las autoridades de la época. Pero sí logramos que múltiples gobiernos autónomos y municipales se subieran al carro y dedicaran un 0,7 % de sus presupuestos a cooperación descentralizada. Y el impacto más duradero fue una generación de jóvenes sensibilizada y comprometida de por vida por la solidaridad internacional. Aquel movimiento derivó en un boom de las ONGs españolas en la década de los noventa, gracias a la inyección de fondos, y una generación motivada y comprometida con ese activismo. Esto fue acompañado de una profesionalización de la gestión de la cooperación y la acción humanitaria, y una creciente oferta de programas formativos en esa línea.
En aquel tiempo, yo participaba como voluntario en un club de educación en el tiempo libre y a los 16 años me estaba formando como monitor educador de tiempo libre en la escuela Iturralde, asociada al Colegio de Escolapios de Bilbao, que era como un diplomado en pedagogía del tiempo libre donde teníamos módulos de educación para la paz, educación para el desarrollo, educación ambiental, y dinámica de grupos. Desde muy jóvenes leíamos a Paulo Freire, María Montessori, Freinet y otros pedagogos. El módulo de Educación para el Desarrollo y las dinámicas que allí aprendimos -el banquete del mundo, la dinámica de los cubos, la historia de los Papalagi, una lectura crítica al eurocentrismo de los comics de Tintín, la proyección del mapamundi de Peters- fueron especialmente significativos para mí, porque me mostró una forma de aproximarme a las problemáticas del desarrollo, la pobreza y la desigualdad desde otros enfoques y perspectivas.
Así que cuando tuve que elegir carrera, estaba muy conmovido por las noticias sobre la pobreza en el entonces llamado “Tercer Mundo”, intuía que para poder incidir en esas realidades había que comprender la economía.
Tuve muchos y muy exigentes cursos de Microeconomía, Macroeconomía, Econometría, Análisis Multivariante, Política Económica. Incluso como estudiantes nos organizamos y recogimos firmas e hicimos una propuesta para incorporar una nueva asignatura electiva de Economía del Desarrollo, que fue impartida por el profesor Bernardo García-Izquierdo, figura que fue muy significativa como referente en aquel tiempo, por su cercanía como docente. El único profesor jesuita de la carrera, José Manuel Barrenechea, además de enseñarnos Microeconomía, nos impartió un curso de Filosofía Social de la Economía. El fue el primero que nos introdujo a palabras la epistemología, y a tener una mirada crítica sobre la capacidad de los modelos para explicar la realidad.
Durante la carrera, me uní como voluntario a AIESEC, donde descubrí que podía poner las herramientas de gestión que la carrera me entregaba al servicio del desarrollo sostenible, que para mi equivalía a la construcción del Reino, una eutopía de justicia, paz y equilibrio con la naturaleza. Recuerdo que pude escuchar una conferencia de Jon Sobrino, de la UCA de El Salvador, a quien escuché por primera vez la distinción sobre los “empobrecidos” , término que en voz pasiva que implicaba un complemento agente, entregando una responsabilidad a los enriquecidos.
Atraído por América Latina, en 1999 me fui de intercambio a México a estudiar una especialidad en gestión intercultural en el Tec de Monterrey. Allí, al finalizar mi práctica en una multinacional francesa, me sumé como voluntario a una iniciativa de animación sociocultural itinerante en la Sierra Norte de Oaxaca, donde pude convivir con comunidades zapotecas, donde comprendí en persona el significado de la dignidad, aun en condiciones que serían calificadas como "pobreza" por economistas occidentales.
Después de terminar la carrera, quien había sido mi profesor de Macroeconomía, Juan Francisco Santacoloma, -que fue autor del libro más grueso de España sobre la materia, fue parte del comité que me adjudicó la Beca de la Cátedra UNESCO de formación de Capital Humano para América Latina, que me trajo a Chile para trabajar en la Fundación Vasco Chilena para el Desarrollo, como asesor técnico en Cooperación.
Como joven recién licenciado en económicas, quería comprender en persona el entonces llamado milagro económico chileno: cómo era posible que un país hubiera sido capaz de reducir la pobreza a la mitad en una década. Aquí pude conocer los matices, las luces y las sombras del modelo chileno y su posterior evolución, aún en marcha. Pero también viví experiencias vitales que cuestionaron mis propias creencias.
Durante mi primer año en Chile visitando proyectos locales me tocó conocer realidades muy diversas urbanas, y rurales, del centro, norte y sur, desde La Legua hasta Chiloé, desde Culiprán hasta Curarrewe. Conocí al Padre Mariano Puga en La Legua, las cooperativas pewenche de Curarrewe impulsadas por el escolapio vasco Iñaki Arriola, la primera red de agroturismo de Chiloé liderada desde Ancud por la Sra María Luisa Maldonado, y otras iniciativas de economía solidaria, término acuñado por Luis Razeto.
Tras dar mi primera charla sobre Responsabilidad Social en La Otra Feria organizada por ProHumana en la Esatación Mapocho en Noviembre de 2002, Al año siguiente, en 2003, vino Muhammad Yunus a una cumbre global del microcrédito y le escuché por primera vez en la misma Estación Mapocho, hablar sobre “negocios sociales”, concepto que me voló la cabeza. Poder usar la fuerza transformadora de los negocios para resolver problemas sociales. Ahí se sembró la semilla del emprendimiento social en mí, que después brotaría en Kaleidoskopios y Glocalminds.
Acompañando como voluntario en 2005 a la Sra. Mónica, microemprendedora de la población San Luis de Peñalolén, en el programa Emprender Juntos de la Fundación de Superación de la Pobreza, me tocaba explicar la importancia del ahorro y el sentido del valor del dinero en el tiempo. Y ella me comenzó a explicar que tenía con sus amigas un sistema de ahorro colectivo que se llamaba la Polla, que era enteramente funcional en aquel entorno, no bancarizado. Esto fue antes de la Cuenta RUT, que creó el Banco Estado en 2007
En aquel tiempo, había empezado a estudiar un postítulo en Interculturalidad y Desarrollo Local en la Universidad de Playa Ancha. Una de nuestras profesoras nos había interpelado y nos había preguntado: - “¿Cuando estén frente a la alteridad, qué es lo que harán?”
Así que allí estaba yo, hombre blanco, hetero, cis, europeo, alto, sano, con mi acento español, con, con mis privilegios, con mi título debajo del brazo, tratando de explicarle el tipo de interés, el valor del dinero en el tiempo, y allí estaba Mónica, mujer, madre de tres hijos, jefa de hogar, que vendía ropa usada de colera en la feria y humitas en verano, enseñándome de la Polla. ¿Quién era yo para enseñarle algo a Mónica? Si su sistema de ahorro colectivo, basado en la solidaridad, la reciprocidad y el control social entre pares era culturalmente funcional en su contexto y era la única alternativa viable y accesible para ella en aquel momento, ¿quién era yo para colonizar su pensamiento e imponerle una forma de entender la economía que le negaba el acceso a crédito?
En 2007, visité Bolivia por segunda vez, para un encuentro ecuménico de Taizé en Cochabamba, me impresionó el enorme poder de la economía informal en las calles, mayoritariamente liderado por mujeres de origen indígena, sin un registro, sin boletas, sin impuestos, invisible al Estado, a las estadísticas, y por tanto al PIB. En ese tiempo estaba estudiando un Diplomado en Relaciones Internacionales en la Universidad Alberto Hurtado, donde tuve de profesor al argentino Armando di Filippo, que me introdujo a la mirada institucionalista de la economía.
Al año siguiente, de la Universidad Andrés Bello me pidieron impartir el curso de Economía en la carrera de Ecoturismo. Era el segundo semestre del 2008. A partir de septiembre, por la crisis subprime, sucedía que cada martes, los titulares de los diarios de los kioscos del Barrio República ponían en cuestión los supuestos de los modelos económicos que debía enseñar en clase. Sentí un quiebre de sentido, dado que ya no podía seguir enseñando economía de la misma forma que me la habían enseñado a mí. Ni en el fondo ni en la forma. Ni los contenidos, ni las metodologías. En aquel tiempo me acerqué primero a la Economía Ambiental y después a la Economía Ecológica.
Aquel 2008 leí varios libros, “Hacia un Mundo sin Pobreza” de Muhammad Yunus, “El fin de la Pobreza” de Jeffrey Sachs y finalmente “Colapso” de Jared Diamond, que junto a un conflicto socioambiental que viví de cerca en el Santuario Yerba Loca de Lo Barnechea, me motivaron a dedicar mi vida al desarrollo sostenible y a postular a becas para estudiar una Maestría en ese ámbito.
Viajé a Suecia buscando el pensamiento de vanguardia en las temáticas de Sustentabilidad, y allí descubrí que buena parte del fundamento de los modelos y teorías que nos enseñaban estaba basado en el Desarrollo a Escala Humana y las Necesidades Humanas Fundamentales propuestas por Manfred Max-Neef, la autopoiesis propuesta por Humberto Maturana y Francisco Varela, la interacción en los equipos de alto desempeño propuesta por Marcial Losada. Me di cuenta de lo mucho que valoraban en Europa a chilenos como Claudio Naranjo o Rolando Toro. Mi tesis de Master, inspirada por Peter Senge y Otto Scharmer, del MIT y coescrita junto al economista brasileño Elvio Coletinha y la bióloga japonesa Chieko Azuma, consistió en un análisis comparativo de las escuelas de emprendimiento e innovación social para identificar los principios de diseño pedagógicos subyacentes a sus programas de formación de agentes de cambio. Aunque se abrieron algunas oportunidades en el viejo continente, tras el terremoto de 8,8 de 2010, decidimos como familia volver a Chile, para contribuir a la reconstrucción sustentable del país.
En los inicios del programa de Diplomado en Coaching Organizacional para la Sostenibilidad, que desarrollamos entre 2012 y 2015 junto a Claudia Raffo, Enrique Vergara, Mirta Paredes, Marcelo Godoy y Raúl Pacheco, inspirados por el título del libro "Más Platón y menos Prozac", acuñamos el lema “Menos Porter y Más Capra”, como una apuesta por la necesidad de un enfoque sistémico. En los últimos años, he contribuido a la difusión entre mis estudiantes de las propuestas de la Economía Rosquilla de Kate Raworth y la Gobernanza de los bienes comunes de Elinor Ostrom.
En 2019, inspirado por la convocatoria del Papa Francisco a emprendedores y economistas, me uní al grupo "Asís", donde fuimos discerniendo y compartiendo la llamada Economía de Francisco.