domingo, 14 de agosto de 2022

Pisar las calles nuevamente

Caminar por las calles

del centro de Santiago

es recorrer las heridas

abiertas de un pueblo

que no era el mío,

pero al que ya,

después de tanto tiempo,

pertenezco.

 

La antigua Plaza Italia,

antiguo corazón de la ciudad,

hoy sigue latiendo,

con un nuevo nombre:

Plaza de la Dignidad.

Con o sin nombres,

sigue siendo epicentro de temblores.

Cubrirán sus grietas,

pero quedarán las cicatrices

del abuso en la memoria

y en el recuerdo de los

cientos de ojos mutilados.

 

Leer su paredes

es escuchar su alma herida

que sangra en símbolos

que grita en imágenes

de colores vivos del arte,

lenguaje revolucionario

del alma al alma.

 

Edipo Rey se arrancó los ojos

con los broches del vestido

de su madre-esposa Yocasta,

al descubrir la verdad y verla muerta.

 

Las fuerzas del Estado, también Pueblo,

 le arrancaron los ojos al Pueblo

que despertó del mal sueño

del neoliberalismo,

que abrió los ojos,

que tomó conciencia,

ante su matria

abusada, y explotada

por un Estado violador y extractivista.

 

Pisar las calles nuevamente,

ensimismarse

para volver a sí mismo.

Perderse en el mundo

para encontrarse.

Entregarse por completo

a las fauces del abismo

para sentirse completo

uno mismo.

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