Floreces en tus cicatrices...
cuando tus lágrimas
riegan el surco de cada
una de tus heridas;
cuando el polvo del olvido
es barrido por el viento
de la memoria recobrada;
cuando las palabras
de tu testimonio
encuentran un testigo
que en verdad
escuche tu verdad;
cuando miras sin miedo
incluso aún con miedo
a los ojos del dolor
y eres capaz de decirle:
"Eres parte de mi,
y yo soy mucho más
que solo eso."
Floreces en tus cicatrices...
cuando sientes en tu corazón
palpitar el latido del mundo,
cuando percibe en tus venas
el pulso del firmamento;
cuando al hilar la historia de tu vida,
entrelazas tu vida con la Historia;
cuando al cerrar los ojos
encuentras tu Santuario de calma
en el ojo del huracán sensorial de los sinsentidos;
cuando caen las máscaras
y descubres que ya no las necesitas
ante nada ni nadie;
cuando sientes que puedes celebrar
en las fiestas sin esconderte.
Floreces desde tus cicatrices...
cuando tus pies sienten el poder de transformar
en cada paso cada lugar
en un espacio seguro para ser,
amar, cantar, jugar, sanar y danzar
sin culpa ni miedo ni vergüenza;
cuando sientes la ternura
de la Tierra que te sostiene en silencio con firmeza,
del agua cuando te envuelve,
de la brisa que te acaricia,
del Sol cuando te abriga,
de las estrellas que te arropan,
del bosque que te cobija
de la montaña que te recuerda
de qué estás hecha,
Niña Salvaje.