Durante la última luna llena de febrero, estuve co-facilitando -con María Glauser, Valentine Giraud y Cecilia Muñoz-, un taller de
Art of Hosting en Zárate Isla, Luque, cerca de Asunción Paraguay, con el título del
Arte de Convocar y facilitar conversaciones para la transformación social, convocado por la iniciativa
HUB Asunción. Fue una experiencia muy inspiradora y casi sanadora. Visitar Paraguay era un sueño de infancia, desde que vi la película "
La Misión" e investigué sobre las
reducciones jesuíticas guaraníes. Justo un año antes, en el frío invierno sueco, durante el
Art of Hosting Karlskrona, asumí un compromiso vital de difundir estas prácticas de liderazgo
participativo,
colaborativo,
auténtico y
sustentable en el mundo hispanohablante. Un año después, en el corazón de Sudamérica, rodeado de selva y de mosquitos, allí estábamos, facilitando un "Tereré del Patio", el nombre local con el que bautizamos al
World Café.
Con la sabiduría que solo la vida sabe, nuestras sendas se entrelazaron sincrónicamente, y un año después el encuentro llegó a soplar sobre las brasas que mantienen vivo el fuego sagrado de aquella llamada. El poder de la naturaleza, expresado en una torrencial lluvia me enseñó a soltar la espada, a soltar el control. Los árboles fueron y serán testigos de lo que allí se con-versó.
Retomando el camino del Guerrero y la Partera, regresé de Paraguay y tras 7 meses de vivir de allegados en Conchalí, nos hemos mudado a nuestro nuevo departamento, en un lugar muy céntrico y fronterizo, emblemático y estratégico a la vez. Ubicado a la orilla del río Mapocho, entre la histórica Recoleta y el multiculturla Patronato, entre la mundana Chimba y el plural Parque Forestal, entre la popular Vega y el glamour del Bellas Artes, entre la concurrida Estación Mapocho y la bohemia Bellavista. Amanda ha vuelto a su
Jardín y Salvador espera su pronto bautizo con el Padre Pepe.
En estos días de final de verano, he estado leyendo el inspirador libro "
De la cultura del Ego a la cultura del Alma" de la excepcional antropóloga chilena
Patricia May. Su lectura me ha invitado a reflexionar sobre el necesario descenso a nuestras
sombras. También he estado abriendo conversaciones interesantes.