lunes, 3 de octubre de 2016

Aguacero


Aguacero en el alma, 
aguacero en las urnas,
aguacero en las calles de Bogotá,
llueve en el Cauca, la Guajira, el Chocó,
el Meta, Medellín, Cali,
en el Putumayo y Boyacá.

En una balanza, juzga un pueblo
el hambre de Paz contra la sed de Justicia.
De testigo, una mayoría sorda, ciega
silenciosa e indiferente, dormida de consumo,
abúlica en la abstención sin abstinencia.
Las víctimas, que ya pagaron su precio,
aún esperan a quienes no lo pagaron.
Si la paz tiene un precio,
para muchos es muy alto.

Sí.. No... No sé... 
Atrás quedaron las camisas blancas,
los aplausos, los abrazos,
los perdones y la palomas.
Fotos que hicieron historia
demasiado pronto,
sin tiempo para la memoria ni el olvido.

Atrapada en la indolencia
media patria duele de dolor,
dolor de patria entera,
aprieta los dientes de rabia,
de rabia ahogada en la impotencia.

Unos no tenían plan B,
Otros no tenían propuestas.
Uribes y Santos, Justos y Pecadores,
ya no quedan piedras por tirar.
Una vez más, la paz politizada, 
y los territorios fragmentados.
Y ahora un pueblo en tinieblas
sin respuestas.

Cientos de palomas vuelan,
cruzan el cielo, se escapan...
y de sus plumas caen
la esperanza, la verdad
 y la fe en la democracia.

Las heridas aún están abiertas,
Las armas aún humeantes,
La sangre aun caliente.

Atrás quedaron los fusiles, las montañas,
la selva, las guerrillas, los secuestros...

Por delante, no queda más que caminar paso a paso,
construir puentes avanzando sobre abismos,
tener el coraje de colaborar con los enemigos,
sentarse junto al contrincante,
conversar, dialogar, negociar.. 
cultivar el arte de la palabra,
hasta que las velas no ardan,
hasta que encontremos un futuro donde
encarnemos un nosotros con los otros.